La falta de algunos de estos nutrientes resulta en efectos negativos en los procesos de crecimiento de la planta.
El magnesio se requiere durante los períodos de crecimiento más fuerte, con la intensa absorción empezando alrededor de la etapa de crecimiento V5. La absorción es contínua hasta el total de la maduración, por lo tanto las plantas requieren un aporte constante de magnesio para mantener el crecimiento.
Las plantas de maíz son sensibles a la carencia de cobre y la demanda más fuerte la tiene durante la parte generativa del desarrollo. El requerimiento de cobre es relativamente bajo comparado con otros micronutrientes, y poco se remueve con la cosecha.
Las plantas de maíz tienen una leve sensibilidad a la carencia de hierro. Si hay deficiencia, se puede corregir con aplicaciones foliares sobre todo durante las últimas etapas de crecimiento y temprana elongación del tallo. Estas aplicaciones resultaron en un mejor rendimiento.
El manganeso tiene un efecto directo en el crecimiento y desarrollo de la planta. Está involucrado en la producción de clorofila y la fotosíntesis. Además actúa como un catalizador en muchos procesos del crecimiento vegetal, tales como el metabolismo y síntesis de proteínas. Grandes cantidades de manganeso se acumulan en hojas y tallos, más que cualquier otro micronutriente. La absorción es gradual, particularmente durante el crecimiento vegetativo. Aplicaciones foliares o al suelo pueden aumentar la cosecha del maíz.
El zinc ha dado las mejores respuestas de rendimiento cuando se aplica a la semilla, en la mayoría de los ensayos. Esto se debe al efecto que tiene en el temprano crecimiento de raíces y brotes, por ende en el subsecuente crecimiento foliar. No obstante, se puede observar una alta respuesta al zinc mediante aplicaciónes foliares.
